viernes, 25 de septiembre de 2009

Análisis de un sueño

Finalmente desperté en medio de una tormenta, finalmente logré dilucidar que lo que estaba viviendo solo era real en la fantasía.
Llorando grité tu nombre, te llamé. Una angustia que me cerraba el pecho fue la que me vino a decir que la situación me estaba afectando, que la situación era límite.
Una firme convicción de que lo que estaba haciendo estaba mal, me preocupó y me hizo ver de nuevo tu cara, que aparece y desaparece como un fantasma.
La trama es simple: un hombre (supongo que yo), un crimen, y otros tantos extras de paso que nada tienen que ver con el tema en cuestión.
La escenografía: no importa, para el caso es lo mismo el Caribe que el patio de mi casa.
Lo importante es otra cosa, lo importante es el misterio, esa mezcla de seguridad (en el futuro inmediato) e incertidumbre (en el presente). Ese pasado que no importa, sino en la medida de la experiencia (como debería realmente importar el pasado).
Es un momento eterno que parece perderse en un Universo paralelo, en el que el tiempo pierde sentido. Es la eternidad misma en un segundo…
Poner toda la capacidad en un movimiento, he ahí la cuestión. Y en ese movimiento decisivo, la que se juega es la vida.
Pero que insólito que el crimen, el misterio, y todo lo transcurrido no ha sido sino otra cosa que un producto de mi mente. Que sarcástica que es la imaginación. Que simpática atracción con la morbosidad tiene nuestra conciencia que se vale de todos los recursos, para hacernos ver lo que pasa en realidad.
Cómo desearía ser yo producto de mi imaginación! Cómo desearía ser yo el que es imaginado! Cómo desearía que todo lo soñado no fuera un reflejo de lo “real”!
Pero, al fin y al cabo, que fantástica fue esa realidad.